En 1954 Guatemala estaba en una situación política crítica. Tan sólo Luis Suárez, que yo recuerde, brilló en el Inter milanés y, si tampoco aquí voy errado, únicamente Amancio, llamado por ello el «Fifo», jugó en una selección internacional ideal. El desfase entre afición por el fútbol en la sociedad española y los éxitos de nuestra selección era demasiado grande y, la verdad, difícil de explicar.