Estas mejoras permitieron el normal acceso de buques de ultramar, potenciando las posibilidades que ofrecía el Riachuelo como puerto natural de la ciudad. Mientras tanto, en 1876 el ingeniero Luis A. Huergo gana un concurso realizado por la Provincia de Buenos Aires para los trabajos de canalización del Riachuelo que comprendían el ensanche, profundización, apertura de una nueva boca y construcción de nuevos muelles.